viernes, febrero 03, 2012

Ahora aparecen cadáveres cada semana. Los años de mayor terror fueron el ochenta y ocho y el ochenta y nueve, pero la cosa empezó mucho antes. Todos los banda mataban y escondían las pruebas. Repito, todos los bandos. Ésta no es una guerra oficial, nadie quiere perder el apoyo de las potencias extranjeras. Así que tanto las bandas como las brigadas son secretas, no como en América Central. El Gobierno no era el único responsable de las matanzas. Había y sigue habiendo tres bandos enemigos ~uno en el norte y dos en el sur~ que recurren a las armas, a la propaganda, al miedo, a los carteles con eslóganes sutiles, a la censura. Importan los últimos modelos de armas de Occidente, o fabrican sus propias armas caseras. De repente, hace un par de años, empezó a desaparecer la gente, así, sin más. O bien aparecían cadáveres, tan quemados que resultaban irreconocibles. Es imposible saber quiénes son los culpables. Y nadie sabe quiénes son las víctimas. Yo sólo soy arqueólogo. Eso de juntar tu comisión con mi Gobierno no fue idea mía; y si quieres que te diga mi opinión, una patóloga forense y un arqueólogo forman una pareja muy extraña. Aquí lo más frecuente son las ejecuciones extrajudiciales anónimas, no se sabe si son obra de los rebeldes, del Gobierno o de los guerrilleros separatistas. Todos comenten asesinatos.
Ondaatje, Michael (2001): El fantasma de Anil. México: Destino.