sábado, mayo 09, 2009

¿Y ‘ora?

A mí, la neta, el futbol como que no se me da. Y creo que no se me da porque me enojo con facilidad y ya me veo yo mentando madres porque el árbitro, porque el delantero, porque el defensa estúpido no sé qué y terminar cada partido con la gastritis a todo. Pero sí sé que el futbol es algo así como la guadalupana.

De un tiempo para acá también, he aprendido a “medio ver” los partidos de la selección y uno que otro de algún equipo nacional ya sea porque en la oficina me obligan a chutarme los juegos o porque el marido de mi amigaza es fanático del Necaxa (pobre, sufre mucho). Por eso, anoche me sorprendió la noticia de que la FMF se había rasgado las medias con la Conmebol por aquello de los contagios y demás y como consecuencia, México ya no jugará en los próximos torneos sudamericanos de fut.

Por otro lado, ayer en la tarde me entero que nanai, que p’atrás los fílders y que Jalisco e Hidalgo suspenden el regreso a clases hasta el 18 de mayo a cuenta de los nuevos “posibles” casos de contagio de H1N1 en esos estados, muertes incluidas. Pero volvemos a la normalidad, sí señor (!!!).

Aquí en Tamaulipas, mientras tanto, nos morimos de calor. Las temperaturas han rebasado los 40°C y sentimos que nos cocinamos a fuego lento. Con los termómetros reventando, sabemos que vendrán las diarreas, las deshidrataciones y el dengue tomará fuerza (porque tampoco tardan en llegar las lluvias típicas de mayo). Hace sólo dos años, me alcanzó el mosquito y recuerdo diez días tumbada en cama sin poder abrir los ojos y el dolor en el cuerpo característicos de esta enfermedad. El dengue en el estado, tan sólo en lo que va de este año, lleva 106 casos confirmados a diferencia de la influenza humana, que lleva uno. Eso sí que es una goliza, me cae.

Por si el ambiente no estuviera ya cargado de un denso miedo, empezaron las campañas electorales, que la neta sí que provocan pavor. Los candidatos a diputados federales en el estado se han lanzado al ruedo armados de las mismas estrategias paupérrimas y arcaicas de siempre, disfrazadas de “coolness” y buenaondez pa esconder la ausencia de plataformas y propuestas políticas, consiguiendo con ello que me den más escalofríos que por las contingencias sanitarias.

Y así llega este sábado. Y yo le digo a la Solano en conferencia matutina y amodorrada que si no va a tener jale porque Guadalajara ha vuelto a cerrarse (¿o se abrió?), pos que se lance para acá después de los festejos matriarcales a probar la calidez tamaulipeca que está en su mero punto. Es en estos momentos cuando más se necesita una hermana con quien reír a lo baboso, cantar como si fuéramos entonaditas y abrazarse con jarto cariño para contagiarse de alegría de vivir.

P.D. La bicla tiene dos días aventada en la sala porque ni loca me voy pedaleando a la oficina con estos calores. A ver si ‘ora sí se me hace salir un rato en la tarde.

martes, mayo 05, 2009

Regresando a una realidad distinta

Hoy salgo a la tienda de la esquina a comprar cigarros. El sol, como siempre en el pueblo, es inclemente y apenas es mediodía. La ciudad se mueve a ritmo de domingo con breves intermezzos de shopping acelerado, empanicado y protegido por cubrebocas.

Los días anteriores, los he pasado, contra todo pronóstico, en compañía de los amigos. Blanca y Parker se dejaron caer desde Zacatecas, haciendo caso omiso de las alertas y recomendaciones en contra de las movilizaciones; y los días se nos fueron en letargos, risas y abrazos (de nuevo, contra todas las recomendaciones). El sábado de plano nos fuimos a la playa junto a Paco y al buen Eliot. Y allí, hicimos exactamente lo mismo: Nada. Viendo el mar tamaulipeco, la bravura de sus olas y la abundancia de conchitas en la orilla, me dio por pensar que no quiero que esta playa sea un “resort” de mega lujo. Es tan básica la infraestructura que es perfecta. No hay señal de celular, el lugar está bastante decente con sus palapitas y restaurancitos playeros y el campo de cría de tortugas lora a unos pasos, que no me lo quiero imaginar lleno de turistas gringos, canadienses y regios explorando algún mall o tumbando la panza al sol. Pero eso sí que ya es otra historia.

 

Las novedades en estos días son nulas. Entre la danza de los números de la epidemia y las lecturas apocalípticas poco hay qué contar. Así que nos solazamos en la más ligera estulticia y el chismorreo.

Me emociona, por ejemplo, haber leído casi de un tirón “Ángeles del abismo” de Enrique Serna, jocosa novela histórica que recomendó la Rivera Garza para su próximo taller a realizarse en el pueblo (que vaya usté a saber si al final se realizará por aquello de los flujos en suspenso). Entre cánulas, ídolos y milagreros, no pude dejar de pensar que las cosas poco han cambiado en siglos y siglos. Se esconden verdades, se proclaman mentiras y al final se joden los que siempre se han jodido. Y el miedo, oh, sí, siempre el miedo presente.

Me divierte también, empezarle a agarrarle gusto a la twitteada. Ya descubrí que el Kabe también se ha enganchado con este rollo. Sé que si me rigieran los ciclos laborales no tendría sesos ni tiempo pa dedicarme a leer los mensajes de Ashton Kutcher o de Michael Moore sobre lo que sea que se les ocurra (por cierto, cómo me gusta el A. Lajous), ni andaría fantaseando con tener un telefonito de esos rete nice para hacer live broadcasting desde ustream como el mentado Kutcher o la oficina de presidencia de la república.

Mientras escribo, la influenza sigue su curso. Justo en estos momentos me llega, oh tan oportuna, la invitación de Samsung a proteger mi familia comprando alguna de sus lavadoras con tecnología Silver Nano que mantienen mi ropa libre de bacterias en al eliminarlas casi en su totalidad… ¡incluso con agua fría!

Pero eso no es nada. El gobierno federal ha dicho, que podemos volver a “la vida cotidiana”. Regresaremos a nuestros trabajos, a nuestras escuelas, pero eso sí, siguiendo las reglas del flamantito manual que indica que debo lavarme las manos obsesivamente, usar cantidades industriales de gel antibacterial y alcohol sobre cada centímetro de superficie que me rodee, no toser, escupir y demás lindezas estilo Reynoso, y no acercarme a la gente más allá de 2 metros de distancia. ¡Ja! Pues que se pudra el manual, que yo no pienso dejar de abrazar, besar y tocar a mis semejantes (claro que si los semejantes corresponden, ofcors, tampoco se trata de andar toqueteando a medio mundo nomás porque sí). Odiaría volverme distante por temor a contagios, pero me temo que el daño está hecho. La raza tiene miedo al contacto. Lo veo, lo percibo y me da una tristeza enorme.

El miércoles estaré de vuelta en el trabajo y pospondré una vez más mis lecturas para otro momento, seguiré añorando los viajes que no he hecho y extrañando a los amores que viven lejos. Eso sí, Telmex se va a chingar un rato. He hablado tanto por teléfono que seguro se arrepiente de su paquete ilimitado de largas distancias.

P.D ¡Feliz cumpleaños Zazila y Sylvie! Feliz cumpleaños. Abacho.