Hoy salgo a la tienda de la esquina a comprar cigarros. El sol, como siempre en el pueblo, es inclemente y apenas es mediodía. La ciudad se mueve a ritmo de domingo con breves intermezzos de shopping acelerado, empanicado y protegido por cubrebocas.
Los días anteriores, los he pasado, contra todo pronóstico, en compañía de los amigos. Blanca y Parker se dejaron caer desde Zacatecas, haciendo caso omiso de las alertas y recomendaciones en contra de las movilizaciones; y los días se nos fueron en letargos, risas y abrazos (de nuevo, contra todas las recomendaciones). El sábado de plano nos fuimos a la playa junto a Paco y al buen Eliot. Y allí, hicimos exactamente lo mismo: Nada. Viendo el mar tamaulipeco, la bravura de sus olas y la abundancia de conchitas en la orilla, me dio por pensar que no quiero que esta playa sea un “resort” de mega lujo. Es tan básica la infraestructura que es perfecta. No hay señal de celular, el lugar está bastante decente con sus palapitas y restaurancitos playeros y el campo de cría de tortugas lora a unos pasos, que no me lo quiero imaginar lleno de turistas gringos, canadienses y regios explorando algún mall o tumbando la panza al sol. Pero eso sí que ya es otra historia.
Las novedades en estos días son nulas. Entre la danza de los números de la epidemia y las lecturas apocalípticas poco hay qué contar. Así que nos solazamos en la más ligera estulticia y el chismorreo.
Me emociona, por ejemplo, haber leído casi de un tirón “Ángeles del abismo” de Enrique Serna, jocosa novela histórica que recomendó la Rivera Garza para su próximo taller a realizarse en el pueblo (que vaya usté a saber si al final se realizará por aquello de los flujos en suspenso). Entre cánulas, ídolos y milagreros, no pude dejar de pensar que las cosas poco han cambiado en siglos y siglos. Se esconden verdades, se proclaman mentiras y al final se joden los que siempre se han jodido. Y el miedo, oh, sí, siempre el miedo presente.
Me divierte también, empezarle a agarrarle gusto a la twitteada. Ya descubrí que el Kabe también se ha enganchado con este rollo. Sé que si me rigieran los ciclos laborales no tendría sesos ni tiempo pa dedicarme a leer los mensajes de Ashton Kutcher o de Michael Moore sobre lo que sea que se les ocurra (por cierto, cómo me gusta el A. Lajous), ni andaría fantaseando con tener un telefonito de esos rete nice para hacer live broadcasting desde ustream como el mentado Kutcher o la oficina de presidencia de la república.
Mientras escribo, la influenza sigue su curso. Justo en estos momentos me llega, oh tan oportuna, la invitación de Samsung a proteger mi familia comprando alguna de sus lavadoras con tecnología Silver Nano que mantienen mi ropa libre de bacterias en al eliminarlas casi en su totalidad… ¡incluso con agua fría!
Pero eso no es nada. El gobierno federal ha dicho, que podemos volver a “la vida cotidiana”. Regresaremos a nuestros trabajos, a nuestras escuelas, pero eso sí, siguiendo las reglas del flamantito manual que indica que debo lavarme las manos obsesivamente, usar cantidades industriales de gel antibacterial y alcohol sobre cada centímetro de superficie que me rodee, no toser, escupir y demás lindezas estilo Reynoso, y no acercarme a la gente más allá de 2 metros de distancia. ¡Ja! Pues que se pudra el manual, que yo no pienso dejar de abrazar, besar y tocar a mis semejantes (claro que si los semejantes corresponden, ofcors, tampoco se trata de andar toqueteando a medio mundo nomás porque sí). Odiaría volverme distante por temor a contagios, pero me temo que el daño está hecho. La raza tiene miedo al contacto. Lo veo, lo percibo y me da una tristeza enorme.
El miércoles estaré de vuelta en el trabajo y pospondré una vez más mis lecturas para otro momento, seguiré añorando los viajes que no he hecho y extrañando a los amores que viven lejos. Eso sí, Telmex se va a chingar un rato. He hablado tanto por teléfono que seguro se arrepiente de su paquete ilimitado de largas distancias.
P.D ¡Feliz cumpleaños Zazila y Sylvie! Feliz cumpleaños. Abacho.
3 comentarios:
EStoy dEaCUERDO qué chingue a su madre Telmex ooh shíí
El tocar a la gente es maravilloso, yo por eso ya tengo mis guantes quirúrgicos extra-sensitive y me he forrado en ega pack para poder seguir manoseando a diestra y siniestra........ bueno creo que Blanca se molestará un poco pero ni diestra ni siniestra se han quejado :P
oh!! si que bonita se ve la pesca en la foto, y esperemos que los dias transcurran tranquilos en la oficina.
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