4 de enero.
Hoy ha sucedido algo curioso. Últimamente tenía muy descuidado el estudio de mi marido y, esta tarde, cuando él había salido a dar un paseo, me dispuse a adecentarlo. Allí, en el suelo, delante de la estantería en la que yo había puesto un florero con narcisos estaba la llave. Tal vez haya sido tan sólo un accidente, pero no puedo creer que se le haya caído por puro descuido. Eso habría sido muy impropio de él. Lleva un diario desde hace muchos años, y jamás había hecho algo parecido.
Por supuesto, hace largo tiempo que conozco la existencia del diario. Lo guarda en el cajón del escritorio y esconde la llave en algún lugar entre los libros o debajo de la alfombra. Pero eso es todo lo que sé, y no tengo interés en saber más. Jamás se me habría pasado por la cabeza abrir ese cuaderno. Pero lo que me duele es que él sea tan perspicaz. Al parecer no se siente seguro si no se toma la molestia de encerrarlo y ocultar la llave.
Tanizaki, Junichiro (2002): La Llave. Barcelona: Muchnik Editores.
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