Se acabaron las vacaciones. Una méndiga semana de descanso que sentí como si fueran dos días. Mañana, con el dolor de mi corazón y la mayor flojera del mundo, regreso a trabajar a la oficina. Lo único que medio me consuela es que todavía no entro a dar clases (hasta el siguiente lunes).
Sin embargo, aparte de la correspondiente inactividad que acompaña los días de descanso, me chuté un par de libros pendientes, algunas películas y hasta salí a una fiesta el viernes (a celebrar el cumpleaños de un amigo), cosa que no hacía desde hace mucho (salir, salir).
Por desgracia, no voy a poder ir a Guadalajara este miércoles a echarle porras a la zazila en su examen profesional, así que desde aquí ¡un abrazo y muchas felicidades de antemano maextra!
Y abur.
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