
Pinche luna, malditas hormonas, asquerosos desequilibrios, puto estrés, asco de trabajos, méndigo bato, pinche luna, pinche, pinche, pinche luna.
Yo la verdad no sé qué tiene esta canción, pero supongo que tanta gente a lo largo de tantas décadas, simplemente no puede estar equivocada.
Me gusta. Además hay tantas versiones disponibles para una infinidad de posibilidades y contextos que no hay mucho margen de error con ella. Es cosa segura. Un himno a la seducción, a la posibilidad de enamorar y enamorarse. Sencillez en las letras, melodía sencilla y atrayente. No tiene pierde, y lo mejor, lo mejor de lo mejor, la posibilidad de un beso o muchos.
Besar y ser besado. Sentir y hacer sentir. Besos profundos, besos lentos, besos sorprendentes, besos largos, besos de piquito, besos en la mejilla, besos en los ojos, besos ardientes, besos húmedos, besos chiquitos, muchos, muchos besitos, un beso entero, beso de saludo o despedida, beso apresurado, beso robado, beso cachondo. Bésame mucho.
En español, en inglés, italiano, ruso. La canción la mueve, invita ya sea un bolero, un rock, mambo, electrónica; al ritmo que la pongan. ¡A besar! Imperativo imposible de resistir.
De “Los nombres de las estrellas” de Chitra Banerjee Divakaruni (Ediciones B, 2002):
Hoy pienso en la palabra que mamá había empleado para describir la reacción de Tarun. Abhimaan, esa mezcla de amor, rabia y dolor que compone el núcleo de tantos relatos hindúes y para el cual no existe un equivalente en inglés. Si Tarun la abandonara, ¿sentiría abhimaan la chica pelirroja? ¿O acaso sólo somos capaces de experimentar una emoción cuando la lengua de nuestra infancia dispone de un término para expresarla?
De “Idos de la mente” de Luis Humberto Crosthwaite (Joaquín Mortiz, 2001):
Mujeres lanzan pantaletas y brasieres al escenario. Hombres lanzan condones inflados como globo. Ya no hay respeto. Algunas personas que insisten en subir y tocarlos son interceptadas por musculosos guardaespaldas que las arrojan con violencia sobre la turba enfurecida.
La euforia, los gritos.
Nadie escucha las canciones, ni ellos mismos.
De “Defensa apasionada del idioma español” de Álex Grijelmo (Punto de lectura, 2004):
Con todos los idiomas se puede crear arte. Todas las lenguas son capaces de enredarse en nuestros sentidos y mostrarnos los sentimientos desnudos, los paisajes luminosos. No hay una lengua por encima de otra. Ningún pueblo, ningún ser humano, puede considerarse superior a otro por haber heredado un acento, unas palabras, la riqueza de una historia literaria. Nadie ha de sentirse acomplejado ante una cultura ajena, ni de caer por ello en el error de imitarla, porque ninguna como la suya le servirá para expresarse.
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