Ayer intenté dormir en la tarde infructuosamente. Entre el teléfono y las visitas, fue imposible. Así que me puse a navegar y a hacer un poquito de coraje porque no tuve trabajo en la oficina y eso significa que podría haber alargado mi fin de semana. Lo bueno fue que me la pasé tirada en la cama.
Por ahí de las 10 de la noche, caí como tabla. Después de dormir más de ocho horas, he amanecido de un humor excelente. Nada, además, como musiquita para mantener los ánimos arriba.
‘Ora sí, bailecito suave y a empezar esta jornada ¡Buenos días!
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