jueves, diciembre 15, 2005

Women

Tengo grandes, maravillosas y entrañables amigas. En Guadalajara están Gaby, Zazil y Graciela; en San Luis Potosí La Güera y Carla; en otros países sé que cuento con Liliana y Amparo. En Victoria, Maru, Blanca, Jo, Lorena, Clara… Sin embargo, una presencia constante desde hace dos años que regresé de tierras tapatías es Luiza. Esta canadiense maravillosa es un archivo parlante de anécdotas, historias y datos curiosos que van desde lo meramente informativo hasta lo hilarante y perturbador.
El martes pasado Luiza nos invitó a cenar a “un grupo de mujeres interesantes” como ella nos definió en su invitación. Compartimos la mesa con la anfitriona frente a unos tragos y una cena thai, amigas de tiempos y circunstancias diversas pero concurrentes.
¿De qué pueden hablar una actriz joven como Blanca; una maestra de inglés como Maru, Sylvie, una maestra de francés; una artista plástica como Anies; una profesora investigadora como Jo; Luiza, una canadiense emigrada y su servilleta? ¡De todo y de nada! Por supuesto.
Nos hemos pasado una noche agradabilísima cambiando de tema. Entre carcajada, carcajada y glup, chomp chomp, la conversación se nos fue en platicar de las delicias culinarias maravillosas que prepara Luiza, pasando por los proyectos de teatro de Blanca, la mujer gorda -el mejor blog del mundo, el proyecto de casa en el ejido de nuestra host, el mercado y movimiento del arte en México y en Victoria, la costumbre de Maru de llegar siempre tarde, la educación superior en este país y cosas por el estilo.
Después de más de cuatro horas de convivencia y muchas risas, me fui de esa casita con un sentimiento de que la vida vale la pena. Todo mi cariño, admiración y agradecimiento para Luiza por una velada soberbia y por hacerme ver el placer de coexistir con mujeres estupendas e interesantes.

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