martes, febrero 21, 2006

En el olvido

Había escrito esta entrada a inicios de febrero pero por alguna razón que no recuerdo, nunca la publiqué. Vaya entonces, algo de "cajas, recuerdos y libros".

Tres días sin encender la computadora. Todo un logro. Y es que esta semana el tiempo me ha sido corto. Tan corto y tan largo que ya no tengo mayor registro mnemotécnico sino hasta el miércoles en la tarde que estuve, as usual, en mi reunión sagrada del Crazy Bunch en casa de Maru, centro de convivencia social y grupo de terapia grupal para mujeres profesoras y desquiciadas similares. Lo único que recuerdo de ese día es que estaba molida a palos o mejor dicho, a cajas. ¿El motivo? Después de 5 años, por fin fui por las cajas que el Inge guardaba en su taller. Once lindas cajitas llenas de sorpresas, mucho polvo y libros, muchos libros. Armada con fajín, por aquello de que no se bote la hernia, levanté, abrí, confirmé que los contenidos de cada paquete me pertenecieran, cerré, llevé al carro y volví a bajar en mi casa una por una 11 cajas pesadísimas. Papel por kilos. Ya en mi pequeño hogar, me di a la tarea de revisar, reordenar y eliminar todo el material en ellas.

Después de 3 días, por fin he dado por terminada la labor y me he quedado con 7 cajas con libros, revistas, documentos personales (que si del banco, que si el afore, que si el diplomita del concurso, bla bla bla) y algunos instrumentos musicales (por desgracia no encontré ningún acordeón).He aquí algunos de los hallazgos en este brevísimo viaje a través del tiempo y de mi propia historia reencontrada en estas cajas:

  • Mi colección casi completa de la Jornada Semanal, con números que datan desde 1991. Mi primera intención fue tirarlas a la basura, pero cuando las empecé a hojear, me di cuenta que 'ora sí les iba a entender; y es que en 1991 yo tenía ¿qué? 17, 18 años y ni puta idea de qué era eso de la posmodernidad, ni de Derrida, ni de Gloria Gervitz, ni de la manga del muerto, así que supongo que sería bueno reencontarme con mis viejas lecturas bajo una perspectiva distinta. Se quedan las Jornadas junto con las Letras Libres, Ciencia y Desarrollo, chorro mil ejemplares de Proceso de esa época, La Tempestad y varios títulos más igual de interesantes.
  • Juntita en una sola caja, mi Enciclopedia de Historia Universal, junto con parte del material de lectura de la especialidad en Historia de México que no terminé de cursar por falta de fondos. Ay! y pensar que yo soñé tanto con ser historiadora y en lo que acabé.
  • Una cartita que yo daba por rota, quemada y olvidada, de mis tiempos en la licenciatura dirigida a mí por F. Ay, cómo hemos cambiado, qué lejos ha quedado aquella amistad. Ay qué nos ha pasado cómo hemos olvidado aquella amistad? Pero bueno, ya no fue y ni modo, pero admito que sí me soltó un par de lagrimitas secas (Candy Candy y Remi siempre se han quedado estúpidos a mi lado... sobre todo últimamente).
  • Mi tesis de licenciatura. Un asco y una vergüenza, no diré más.
  • Toooooooda una caja llena de cassettes. Sí, esos dispositivos analógicos de plástico rígido que se insertaban en hoquedades y aparatejos similares a las que ahora usamos para los cds. Desde cintas de Foreigner hasta Timbiriche, pasando por Elton John (quién me lo hubiera dicho en ese entonces!), Roxette, Concrete Blond (algo haré para hacer el transfer, inconseguible) y hasta Frank Sinatra y los Camperos de Valles.
  • Un cuaderno pautado con la trascripción de melodías populares de hace como chorrocincuenta mil años, de puño y letra de mi bisabuelo Joel. Lástima que yo no toco el violín.
  • Un engargolado rechoncho con más de 200 letras de canciones en inglés y en francés. Claro! ¡Ya recuerdo! Alguna vez fui maestra de inglés. ¡Qué miedo!
  • Dos flautas, tres palos de lluvia, una cajita de música, tres pares de maracas, mis claves y un buen de discos de vinil en 33 1/3 y 45 rpm. ¿Alguna idea de dónde puedo escucharlos, aunque sea una ultimita vez?
  • Una carpeta con trabajos realizados en la licenciatura (todavía no sé si tirarlo o no). Hay uno cuyo título es por demás pavoroso “Aplicación del tema -1968- a la corriente científica gramsciana”; lo pior es que no es el único, hay otros por el estilo. Y luego se preguntan que por qué está una dañada.
  • Mi colección de revistas Chispa. Increíble. Alguna vez fui niña y feliz.
  • Para contrapuntear la afirmación anterior: Los resultados del test psicométrico que me aplicaron a los 16 años. Según el análisis de la psicóloga, a mis 16 anhelaba tanto el amor que no llegó (ah, no, verdad?). Ya en serio, presentaba signos de agresividad y rebeldía frente a las figuras de autoridad (damn! Ya pasaron otros 16 y sigo en las mismas… tengo problemas).
  • Mis comics de Mafalda y Garfield. Puedo ser feliz por un rato.

2 comentarios:

zazila dijo...

Amiga,

creo que sufres de alzheimer... esto ya lo había leído... o será que soy vidente?

ophelias dijo...

no, no sufres de alzheimer, pero desapareció de mis comentarios, como si alguien lo hubiera borrado :s. cosa rara. por eso pensé que no lo había publicado. en fin, a ver si ahora así se queda