El viernes pasado, quedé con mi amiga Clara que ella y su esposo vendrían a comer y a ver películas. Ambos son grandes amigos, los tres somos fascinados del cine y, en los casi dos años que tengo viviendo en esta casa, no habían tenido oportunidad de venir.
Decidí que pa que no me agarraran las prisas, tendría todo listo, así que desde ayer, me armé en la cocina y adelanté la chamba. El menú de la comida sería arroz rojo, rajas con crema y elote y pollo con ajo y pimienta.
Hoy en la mañana, hablamos por teléfono para confirmar. Hoooooonk! Gracias por participar! Clara tuvo un compromiso familiar ineludible y sólo podían venir después de la comida. No modo. Lo bueno fue que no hice el pollo, que si no… (¿¿¿Quién se anota pa mañana??? Al arroz ya le entré un poco, pero tengo chorros de rajas que caerían excelente con unos bocoles y frijoles refritos... slurp!).
Total, nos hemos pasado una tarde de peluches. Vimos Ángeles Caídos, de Wong Kar-wai y Amadeus de Milos Forman; nos tragamos dos paquetes de palomitas con mantequilla bajas en grasa, a las que les dimos en la torre con un dip de cebolla y otro de jamón con jalapeño, mismos que deglutimos con poco más de dos litros de refresco lait. Chido. Y lo mejor es que mañana no se trabaja! (Ni se compran productos gringos). Genial. Me desvelaré nomás de puro contento.
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