miércoles, enero 03, 2007

Chau

Las últimas 72 horas de esta vida mía parecieran nebulosas. Ángela, mi abuela, murió ayer a las 9:30 de la noche en una cama de hospital, rodeada por sus cinco hijos y por mí, la mayor de sus nietos (y aquí una desviación, digo nietos porque son mayoría de hombres, no por la estúpida regla gramatical ésa…). En fin, que hace menos de 8 horas la enterramos y todo el día de ayer y hoy me parecen lejanos o irreales. Mis espasmos de llanto al ver a mi madre derrumbarse a mitad de misa (pinche cura imbécil, mira que pedirle a mi ma que pasara por la jodida limosna), la gente que conozco dándome el pésame y yo sin sentir nada, la gente que no conozco dándome el pésame y yo como si nada y la gente que quiero dándome un abrazo y yo rompiéndome en pedacitos.

Ayer la vi y estuve con ella todo el día. Allí yacía, en la camilla 210, con las sábanas apenas cubriendo un cuerpo que de frágil parece de mentiras y mientras sobresalían un par de piernas de campeonato. Mi abuela siempre tuvo unas piernas preciosas.

A veces, cuando desayunábamos, Ángela me contaba que modeló medias cuando joven en el DF. Que trabajó para Liverpool o el Palacio, ya no me acuerdo. Lo que recuerdo es esa foto que tiene mi madre de ella: Veintitantos años, sonorense, alta, con una mirada perdida en el camino, tomada de la mano de mi abuelo, echando novio.

Y ayer sus piernas temblaban. Sus manos temblaban. Temblaban sus huesos y sus venas. Su rostro enjuto, afilado, con la piel escurrida, temblaba. Aún así, hubo un momento en que me reconoció y rió al verme. Chingado, qué gusto que me reconociera.

Hoy ya no. Ya no come, ya no ríe, ya no reconoce. Y sabemos que ahora sí, que ya se fue. Que ya no volveré a pelearme con ella por las novelas pinches que tanto le gustaban. Que ya no tomará su cafecito con galletas frente a la tele, como siempre lo hizo desde que recuerdo. Que ya no me sacará de quicio preguntándome una y otra vez, hasta la náusea, que dónde dejó sus llaves, o la tarjeta del banco, o su anillo, o la puta madre.

Eso sí, me acuerdo de Ángela en la casa del 5 Matamoros. Con sus horrendas batas trajinando. Las tazas de peltre para el café. La mesa café de la cocina donde a veces Chiquis amasaba la masa para tamales o Gilda hacía pies. Y ella, la dueña de la casa haciendo los frijoles más deliciosos con medio litro de aceite en una pequeña olla que no creo que se haya lavado nunca.

Recuerdo su risa espléndida en las navidades, junto a mi abuela Sorais durante los intercambios de regalos. La recuerdo feliz durante la boda de Gilda. La recuerdo contenta con su hermana, con la tía Maya, riendo de alguna peladez. Feliz rodeada de sus nietos, a los que presumía aunque todos seamos una bola de pendejos pretenciosos.

Y ya. Se fue. Al fin se fue. Después de una agonía jodidísima decidió que ya estuvo y nos mandó al carajo como siempre lo hacía (terca y voluntariosa, la hija de la chingada). Hizo bien, qué diantres.

Ángela, te quise mucho, te quiero chingos.


P.D Gracias a todos por sus porras, mil mil mil mil (o sea 4 mil) gracias. No se me olvidará jamás. Gracias Lore, Blanca, Jo, Sylvie, Paty, Chuy, Dani, Elliot, Maru, Peque. Los quiero.

8 comentarios:

Hulk dijo...

Ni modo.
Te mando un abrazo.

Jo dijo...

amiga se ne salieron las lagrimas

Kabeza dijo...

Un abrazo.

Fernando dijo...

Mi abuela murio hace dos años. Me pase 30 dias seguidos en el hospital, esperando que milagrosamente saliera de su coma. Le gano la noche. Pero como tu, afortunadamente guardo recuerdos mucho mas bellos que aquellos de las sabanas blancas y las agujas para el suero. Un abrazo.

La Observadora dijo...

Al igual que tu, Angelita tenia chorro de raza que la recuerde con cariño!! y eso implica seguir en este mundo.

Mussy dijo...

Que pena amiga, lo siento mucho. Recibe un abrazo y un besote. Ah, y prende tu celular.

ophelias dijo...

:) Gracias a todos.

PaTo dijo...

Se me hace que tu abuela se fue como la mia: con una sonrisa por todas las maldades que hizo!!
En fin, ojalá que yo me muera primero que ustedes para regresar a cazarlas y espantarlas... se lo merecen!