viernes, junio 02, 2006

Puebleando hasta Canadá V.

Día 6. Mayo 31. De tumbas y tumbos.

Temprano por la mañana visitamos el famoso cementerio de Savannah. El pequeño panteón alberga los restos de algunos famosos en la historia del lugar con tumbas que datan de finales del siglo XVIII hasta finales del siglo XIX.

Antes de entrar al lugar, desayunamos frugalmente un bagels con queso crema en una banca fuera del camposanto mientras disfrutábamos de la vista tranquila y relajante de la calle y sus paseantes.

Después de nuestra semitétrica visita, dimos un rol por la zona sur del centro histórico. Algunas casas en Gaston Street son impresionantes. Sin embargo, tan pronto como se cruza Gwynett Street, se puede atisbar a la vida cotidiana de los habitantes de esta ciudad, “the real thing” digamos, en donde ni todas las casas son impresionantes y donde no necesariamente todo es lindo.

Para salir de Savannah, cruzamos el puente del río que nos lleva de Georgia con dirección a South Carolina. Después de una breve confusión en los anillos periféricos, logramos salir de ahí. Sin mayores contratiempos, manejamos por varias horas hasta que paramos en Fayettesville, North Carolina; una población relativamente interesante para los amantes de la Historia de la Guerra Civil norteamericana y de la que sólo conocimos el Motel 6 y la gasolinera. Y ahí pasamos la noche…



Día 7. Junio 1. It Was A Dark And Stormy Night...

Temprano en la mañana abandonamos Fayettesville. Nuestro objetivo estaba puesto en Philadelphia donde supuestamente veríamos a Paty. Cruzamos varios estados y le sacamos la vuelta a varias ciudades importantes como Alexandria, Washington D.C y Baltimore. Los atascos en la carretera fueron impresionantes. Paramos en un Wal-Mart (a cultural experience, dice Luiza) y compramos comida que engullimos tranquilamente en un área de descanso a unos 20 millas de Washington D.C.

Conforme nos acercábamos a las grandes ciudades, los carros disminuían su velocidad paulatinamente. Lentamente, con la calma que sólo las grandes ciudades y enormes arterias urbanas conocen, nos alejábamos de ellas a través de autopistas, túneles, puentes.

Llegamos a Philadelphia. Buscamos un lugar dónde pasar la noche sólo para descubrir que no había nada cerca de la ciudad. Terminamos en un pueblito llamado Pottstown al noroeste de nuestro destino. Agotadas, medio frustradas por la búsqueda, decidimos ir a comprar una cerveza para beberla antes de dormir y por supuesto, perdernos en medio de “a dark and stormy night”. Las imágenes de los pequeños pueblitos por donde deambulábamos completamente perdidas casi a la medianoche, parecían sacados de una novela de misterio o de una película de Tim Burton. Por fin, y con la pena, Luiza se bajó (con tremendo chubasco encima) a preguntar en una casa que mostraba movimiento la dirección de vuelta a la civilización. Y todavía no teníamos cerveza.

Mientras la tormenta arreciaba, descubrimos un restaurante donde compramos una “caguama” y por fin, después de dos o tres vueltas más en total desconcierto y desorientación, llegamos, exhaustas, a nuestro hotel (6, de nuevo) en Pottstown. Allí, nos bebimos nuestro alcohol, mientras veíamos Law & Order. CI. Ni me acuerdo a qué hora cerré los ojos, lo bueno es que programamos la tele para que se apagara…

Día 8. Junio 2. Quakerlandia.


Pennsylvania es un estado cuáquero. Hay incluso un pueblo llamado Quakertown. En los suburbios de Philadelphia, es posible ver pueblos llamados Plymouth Meeting, y en los folletos sobre la región, la presencia cuáquera es indiscutible; no por nada, la Junta de Philadelphia es de las más importantes en el mundo, tanto así, que tres juntas mensuales de los cuáqueros (o amigos), se muestran en los mapas de Rand McNally de Philadelphia.





Vimos a Paty brevemente en el mall de Plymouth Meeting. De ahí en adelante, carretera de nuevo. Pensábamos cruzar Pennsylvania y una parte del estado de Nueva York (sacándole la vuelta a la Gran Manzana, por aquello del tráfico). Sin embargo, a sólo unas millas de la frontera de Pennsylvania con Nueva York, ¡madres!, un accidente muy grave nos detuvo por más de hora y media en Matamoras (es neta!, así se llama!) (recorrimos una milla en aproximadamente una hora). Luiza sugirió que nos quedáramos aquí y así lo hicimos. Cenamos en un diner de esos que datan de 1os años 50 mientras veíamos cómo, poco a poco, los carros empezaban a circular muy lentamente… Mañana, esperamos cruzar el río Hudson.

4 comentarios:

Nana dijo...

madre !!!

Bernardo Felipe Martínez Meave dijo...

Y que onda? ya llegaste a las Niagara Falls? Que tal New York?

Nana dijo...

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qué cosha pacha ??
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... maaaa-dreee!!!!

Nana dijo...

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chale ophelias...
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me caí que te pasas