domingo, mayo 28, 2006

Puebleando hasta Canadá II

Día 2. Mayo 27. Louisiana madness

Dejamos Victoria, Texas sin remordimientos de ninguna clase. Habíamos fijado nuestro siguiente objetivo en Nueva Orleáns y hacia allá nos dirigíamos. Texas con todo y su fijación por agrandar las cosas a tamaños inimaginables no representaba mayor emoción. Con el siguiente destino en nuestras cabecitas, tomamos la carretera hacia Houston.

Menos de dos horas y media después, le sacamos la vuelta a la ciudad. Tomamos directo la vía hacia Louisiana. De salida, la agradable vista del puerto nos despedía. Las nubes nos hacían presentir lluvia.

La impresión que me dan las carreteras gringas, es que son aburridas. Seguras, pero aburridas. A pesar de que traía varios litros de refresco y café en el estómago, mis ojitos se esforzaban en cerrarse, mientras yo me empeñaba en mantenerlos abiertos. La única diversión posible mientras los carros pasan junto al propio y se avanza tercamente, milla tras milla, es ver los anuncios espectaculares. Hay algunos de un ingenioso que hacen la labor del copiloto (en ocasiones Luiza y en otras yo, lógicamente) algo más agradable. (Digo, aparte de los chales que nos hemos aventado, por supuesto).

Cruzamos la frontera de Louisiana con Texas en Orange. Adelante, llegamos al centro de información turística desde donde intentamos encontrar hotel para Nueva Orleáns infructuosamente. Después de poco más de 20 minutos de llamadas y revisión de toneladas de publicidad, volvimos a la carretera.

Pero, las tripas no perdonan. Al no haber tomado desayuno en Victoria, hacia las 2 de la tarde estábamos a punto de comernos la una a la otra. Hicimos una parada en Iowa, Louisiana para probar un poco de cajun cuisine. La verdad sea dicha, nos atascamos. Luiza optó por un enorme “crawfish platter” que consistía en cangrejo de río sobre cama de papas fritas y cangrejo de río etoufée. Yo, por mi parte, me decidí por el “shrimp platter” que no era otra cosa que camarones, papas fritas, hushpuppies (unas bolitas de maseca fritas) camarón relleno y camarón creole (sí, retejarto camarón).

Barriga llena, volvimos al camino. Poco a poco, el paisaje comenzaba a cambiar. Los pantanos estaban a la vuelta de la esquina, por así decirlo. Llegamos a Baton Rouge, después de un pequeño atascón en la carretera debido a un accidente y la lluvia pertinaz. Cruzamos el Mississipi. Oh, si, cruzamos el Mississipi.

Pasamos por Kenner y ahí empezamos a ver los vestigios todavía evidentes del paso de Katrina por la región. Nueva Orleáns estaba a sólo unas millas. Conforme avanzábamos hacia la ciudad, el impacto del huracán se volvía cada vez más real. Casa destruidas por completo, techos y paredes derrumbados. Poco hablábamos. El shock era demasiado fuerte para expresarlo en palabras.

Buscábamos un Motel 6 para pasar la noche (bueno, bonito y barato). Pero, para agregar impacto sobre impacto, llegamos a la zona donde se supone estaba nuestra “futura posada” sólo para encontrarnos con la destrucción y el abandono. Calles y calles completas de edificios y casas habitación semidestruídas, en total descuido y, sólo algunos hoteles, en proceso de reconstrucción. Las calles están solas, pocos automóviles circulan por ellas. Los semáforos simplemente no funcionan.

Nuestro hotel, no existía. Estaba semidestruido, así que decidimos ir a Slidell. Una población ubicada al noreste de Nueva Orleáns para pasar la noche allí. Conforme avanzábamos, continuábamos viendo a Katrina por todos lados. Katrina, a un año de distancia del impacto, sigue aquí, evidentemente. Cruzamos el lago Pontchartrain y llegamos a Slidell sólo para descubrir que la situación es igual de grave en este lugar. Con la misma regresamos.

Finalmente, nos arriesgamos a quedarnos en el centro de Nueva Orleáns. Al ser Memorial Day Weekend, pensamos que quizás los hoteles estarían abarrotados. No fue así. Entramos al Vieux Carré y tomamos Canal St. Localizamos un Holliday Inn casi inmediatamente y desde una de sus habitaciones escribo.

Después de registrarnos, con el cansancio y el impacto visual y emocional reflejado en nuestros cuerpos, decidimos que un poco de alcohol nos caería bien. Después de instalarnos (y de perdernos estúpidamente en el elevador del estacionamiento), bajamos a tomar algo.

Ya con algo de fuerzas y con el relax instalado. Nos fuimos a la calle. Nueva Orleáns de noche. La típica Nueva Orleáns que recuerdo de hace diez años sigue aquí. Enfilamos hacia el French Quarter. Algunas calles daban la impresión de que el turismo está algo flojo (incluso, la bartender del bar del hotel, nos comentó que las cosas han estado así desde el huracán. Parece que el gobierno estatal es el (ir)responsable, demasiado ocupado en señalar culpables, en lugar de ponerse a trabajar, a diferencia de otros estados donde la ayuda sí ha llegado).

Noche de sábado. Noche de antro. Con un calor húmedo caminamos cuadras y cuadras sobre Canal St. Los grandes hoteles siguen en reconstrucción. Algunas pequeñas tiendas lucen abandonadas, mientras otras siguen en el negocio.

Caminamos por la legendaria Bourbon St. El olor a vómito y cerveza sigue ahí (iuic!). La mayor parte de los transeúntes son jóvenes en actitud de antro. Los locales se mezclan con los turistas. La gente en los balcones grita, baila, toma. La gente en la calle, hace lo mismo, sólo que aparte, camina. Nos paramos en un pequeño lugar que parecía tranquilo. Efectivamente, era tranquilo, sólo que nos vendieron el sandwich de pavo y la cerveza más cara de nuestras vidas. Ni pex.






















Agotadas, volvimos al hotel. Mañana,
Nueva Orleáns de día y en ruta hacia Florida.

3 comentarios:

Jo dijo...

amiga me encantan tus diarios de mercedes benz. siguenos contando por favor. Todavía no llegas y ya te extraño.

La Ma Ru dijo...

oye, no se si sea mi imaginacion pero hasta en las fotos se ve el lugar sobrio. Sí, entiendo que todavia haya gente q se rehusa a deshabitar, y que siguen llegando la gente a tratar de animar la ciudad, pero para nada el gentio q se veia antes. Que tristeza que el gob no este haciendo nada... ademas q hubieran aprovechado para darle la limpieza y sacarle el olor tan peculiar... bueno, ya nos contaras como te fue en la Florida!
Besos a las 2

zazila dijo...

que chidooo, yo hice ese recorrido a los 12 añitos, me entró un poco de nostalgia pubertil...